Microrrelato seleccionado durante el mes de Octubre de 2008 en el concurso de la web Microrrelatos sobre Abogados.
Juego de niños
—Vamos a ver —dijo el encargado de vigilar que nadie saliera ni entrara del edificio—, explícamelo todo otra vez.
El niño miró al suelo con timidez. Llevaba en las manos la toga manchada de barro.
—Quería jugar con mis amigos a los héroes y... como Don Jonás tenía una capa...
—Se la cogiste aprovechando que está encerrado en el despacho, adelantando trabajo —resumió el viejo, dando un trago con el botijo.
El niño asintió. Las brasas que quedaban en la chimenea incrementaban el brillo de sus ojos llorosos.
—¿Sabes qué? Lo mejor que puedes hacer es ir a disculparte —aseguró el viejo—. Don Jonás siempre defiende que la honestidad es la mejor didáctica que existe.
—¿La qué? —preguntó el niño.
—La honestidad, hijo, la honestidad... Es un principio que no entiende de color, ni de nacionalidad ni condición. Algún día no muy lejano, lo comprenderás.
El niño miró al suelo con timidez. Llevaba en las manos la toga manchada de barro.
—Quería jugar con mis amigos a los héroes y... como Don Jonás tenía una capa...
—Se la cogiste aprovechando que está encerrado en el despacho, adelantando trabajo —resumió el viejo, dando un trago con el botijo.
El niño asintió. Las brasas que quedaban en la chimenea incrementaban el brillo de sus ojos llorosos.
—¿Sabes qué? Lo mejor que puedes hacer es ir a disculparte —aseguró el viejo—. Don Jonás siempre defiende que la honestidad es la mejor didáctica que existe.
—¿La qué? —preguntó el niño.
—La honestidad, hijo, la honestidad... Es un principio que no entiende de color, ni de nacionalidad ni condición. Algún día no muy lejano, lo comprenderás.
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